sábado, 26 de febrero de 2011

Te daría mi mirada para hacerte ver lo que quieras

No sé cómo empezar... La verdad es que nunca me había enfrentado a una situación de este calibre. He pasado por otros malos momentos, no sé si peores o mejores que este, simplemente diferentes.
Cuando me lo dijeron no supe reaccionar. En ese momento no me salieron las palabras, y me fui a un sitio a estar sola donde rompí a llorar. Llorar de tristeza por si ya no estás aquí, pero sobre todo llorar de impotencia, impotencia por querer ayudarte, curarte, y no tener poder para ello.
En estos días he estado pensando tanto en ti... No quiero pensar en lo peor, pero es que no puedo evitarlo... me invade el miedo. El miedo al tan solo pensar que hay probabilidades, aunque sean pocas, de que te vayas... Has vivido tanto que es absurdo que una enfermedad te arrebate así la vida, porque lo que tú estás haciendo ya no es vivir, sino sobrevivir, incluso tú lo dices...
Hace tiempo que el propio tiempo se puso en contra de ti; como has comprobado ya no lo controlas. Los años te han dejado sola, relativamente, pues todos seguimos aquí. Hace tiempo que tu felicidad se ha convertido en una felicidad improbable. Y ahora lo único que sientes es dolor, un dolor que no te abandona.
Has querido hacer tantos viajes... pero sabes que ya no puede ser, porque mira tu piel, está tan arrugada... tus manos tiemblan cuando el viento es fuerte, y tu fragilidad va creciendo por momentos, y vas necesitando cada día más nuestros dientes para comer y nuestra mano para levantarte, para caminar, incluso para dormir.
Se me estremetece el cuerpo al imaginar lo que tienes que estar sintiendo día tras día, viendo como tu casa se te hace cada vez más grande, y tú cada vez más pequeña... Te sientas en ese sitio como una espectadora melancólica, sola, sin voces, sólo con el silencio a tu lado... pues éste se ha hecho tu amigo por pasar tanto tiempo contigo.

Me han contado que, desde que me fui, siempre preguntas por mí. Perdona por no ir a verte... últimamente puede más en mí la razón que el amor. Y sí, es muy triste por mi parte que ahora que ya sé lo que te pasa pueda un poquito más el amor a la razón. Pero quiero que sepas que te regalaría mi vida si tuviera el poder para hacerlo, para que, ahora que ya has aprendido tanto, ahora que la vida tanto te han enseñado, pudieras vivir cada momento de nuevo, pudieras correr, pudieras sentir la libertad, pudieras sentir tus piernas, tu cuerpo... pudieras reír... Porque pocas veces te he visto sonreír... aunque cuando lo haces se ilumina el mundo, por eso yo hago todo lo posible para que eso pase. Y te voy a confesar un secreto: ¿sabes por qué me encantan las navidades? Porque toda la familia estamos contigo, y cuando toda la familia estamos contigo tú te ríes mucho, porque ya no te sientes sola. Y nos pasamos todas las navidades en tu casa, comiendo, cenando, mientras tú nos sacas todos los bombones y turrones que tienes, que, por cierto, me encantan... tal vez porque han estado en tus manos.
Es cierto que a veces me he olvidado de llevarte una flor, de pasar un sábado contigo, y no sabes cuánto daría ahora por estar a tu lado, por que me contases historias de tu vida, y me dieses consejos para la mía... porque estoy segura de que aprendería muchísimo de ti, porque una persona que ha vivido tantos años ha pasado por todo, desde lo mejor hasta lo peor... y eso te hace aprender. Por eso dicen que todo lo que cuentan las personas mayores es cierto.
Recuerdo cuando yo era pequeña, hace años, era yo la que te enseñaba. Te enseñaba a leer, a escribir, y eso me encantaba... me encantaba porque me gustaba hacerte ver que la magia de la vida puede estar escondida detrás de las palabras y los números, y eso tú no lo sabías...
Pero poco a poco he ido creciendo de una forma tan tonta y absurda que ya apenas voy a verte, aparte de que el hecho de exigirme tanto a mí misma me ha quitado tiempo para estar con los demás, y eso me hace sentir verdaderamente egoísta, aunque haya sido sin yo quererlo. Además, el error que yo tengo es que sólo doy abrazos cuando me los piden, pero nadie sabe que yo estaría dispuesta a abrazar a todas las personas que quiero a cada momento. Y por esta razón no te he abrazado mucho, porque tú nunca me has pedido un abrazo, es más, nunca pedías nada, sólo dabas, sin condiciones... Y eso me hace sentir aún más egoísta. Por eso te pido Perdón... Perdón si alguna vez no he pensado en ti, pero, créeme, ahora te recuerdo todos los días, y cada vez que pienso en cualquier momento que he pasado contigo me falta el aire, y, de repente, millones de lágrimas recorren mi rostro de impotencia y tristeza. Tal vez tú ya no llores, pero seguro que te sientes mucho más impotente que yo. Aunque he de decir que alguna vez me han confesado que te habían visto llorar, y, cada vez que me lo decían, se me partía el corazón, y se me volvía más frágil que el tuyo propio. Ahora lo tengo así, frágil, roto, dañado, con miedo. Por eso espérame, espérame porque voy a ir, aunque creo que no hace falta pedírtelo, pues lo único que haces tú ya es esperar... esperar una visita de cualquiera para poder compartir esa casa tan grande con alguien. Pero no te preocupes porque voy a ir a por ti, no te dejaré, lucharé por estar contigo a cada momento, por abrazarte. Mientras tanto sólo puedo decirte una cosa: no te rindas, no te rindas por favor... sé fuerte y lucha contra esta enfermedad que poco a poco te está dejando más y más débil, aunque te duela, pues más me va doler a mí si te rindes...

A ti, yaya. Te quiero mucho, no lo olvides jamás...

martes, 22 de febrero de 2011

Es bien triste...

Cuando le hablas alguien de un nuevo amigo, nunca te pregunta sobre lo esencial. Nunca te dice: "¿Cómo es el sonido de su voz? ¿Cuáles son los juegos que más le gustan? ¿Colecciona mariposas?". Sino que te pregunta: "¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos tiene? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?". Y sólo entonces creen conocerlo.
Si tú le dices a ese alguien: "he visto una casa de ladrillos rosas, con geranios en las ventanas y palomas en el techo...", no logran imaginársela. Hay que decirle: "he visto una casa de cien mil euros". Entonces exclama: "¡Qué bonita!".

El principito

viernes, 11 de febrero de 2011

¿Valiente?

Aunque no creas tú yo era alguien con miedo, la que menos podía, la que todo temía; siempre fui la más pequeña.
Puede que como tú yo me sentía la que menos. La débil frágil cobarde, la que no pedía nadie cuando echaban a dedos.
Porque ser sensible es el arma que da la verdad aunque duela por dentro, y eso era difícil de aceptar… para la gente era un bicho raro. No tener fuerza o no saberla utilizar me colocaba tan abajo…
Yo nací de una gran ilusión de un mundo de cariño, y de las ganas de luchar y de hacer este mucho distinto. Y de unos padres que hicieron tan bien su camino a poquito, y dejaron que me equivocara y encontrara yo el mío…

Ahora sé que ser cobarde no es eso, que los valientes crecemos y fuimos cobardes sólo para ellos
.


Canción de El Canto del Loco

martes, 8 de febrero de 2011

Mi pequeña princesita... felicidades cielo...

Nunca olvidaré tu rostro de asombro y felicidad al verme por sorpresa... y, por supuesto, jamás olvidaré ese abrazo que me ha dejado sin aire...
Mi pequeña princesita... que poco a poco ya no es tan pequeña, pero siempre serás la misma princesita con esa sonrisa tan dulce...


A ti, porque te voy a enseñar todo lo que a mí me han enseñado... 

lunes, 7 de febrero de 2011

Somos lo que soñamos ser

Somos lo que soñamos ser y ese sueño no es tanto una meta como una energía. Cada día es una crisálida, cada día alumbra una metamorfosis. Caemos, nos levantamos. Cada día la vida empieza de nuevo.
La vida es un acto de resistencia y de reexistencia. Vivimos, revivimos. Pero todo se sostiene en la memoria. Somos lo que recordamos. La memoria es nuestro hogar nómada. Como las plantas o las aves emigrantes, los recuerdos tienen la estrategia de la luz, van hacia adelante a la manera del remero que se desplaza de espaldas para ver mejor.     
Hay un dolor parecido al dolor de muelas, a la pérdida física y es perder algún recuerdo que queremos. Esas fotos imprescindibles en el álbum de la vida. Por eso hay una clase de melancolía que no atrapa, sino que nutre la libertad. En esa melancolía, como espuma en las olas, se alzan los sueños. 

Manuel Rivas

viernes, 4 de febrero de 2011

Todas las cosas que nunca dije, mírame, están en mis ojos

Sé que no soy perfecta, no soy esa clase de persona que cumple las normas punto por punto; yo suelo saltarme varios puntos, aquellos que me resultan injustos. Sin embargo, soy muy perfeccionista, todo lo que hago tiene que estar perfecto y planeado, y no soporto que haya fallos a mi alrededor… pero no me gusta ser así; esto hace que me exija mucho a mí misma, y, al final, termine exhausta de hacer cualquier cosa.
Cuando pase cierto tiempo, recorreré todos los lugares del planeta, porque sé que hay mucho más mundo detrás de estas cuatro paredes, y quiero descubrirlo. Y también verlo desde arriba, desde un paracaídas, mientras me lanzo al vacío sin miedo a soñar; sí, me gusta el riesgo y la adrenalina.
Me considero una chica Capaz, en todos los sentidos. Cuando veo que alguien vale la pena doy todo por estar a su  lado, pero me gusta que, a veces, también den algo por mí.
Podrás hacerme Sonreír con el detalle más pequeño que te puedas imaginar. Prefiero un paseo por la playa a la luz de la luna, que un billete de cincuenta euros.
Si gastas tu tiempo en mí, mi amor hacia ti crecerá de una forma espectacular. Ese mismo amor que siento por mí algunos días de sol, pero ese mismo amor que, a veces, se convierte en asco y hace que no me pueda mirar al espejo.
Es cierto que a veces me pongo asquerosa e insoportable, pero no es mi intención hacerte daño. Tampoco me tomes en cuenta cuando me acabo de despertar o cuando estoy medio dormida; digo muchas tonterías que de verdad no siento.
No te contaré mi pasado tan fácilmente, y jamás lograrás verme llorar; me verás triste o desanimada, pero lo intentaré disimular con  una sonrisa.
No sé si sabes que no me gusta el verbo “prometer”. Prefiero hacerlo que decirlo, porque, con el paso del tiempo he comprobado que, las palabras se las lleva el viento, incluso, a veces, también las mías. Así que no me prometas nada, sólo hazlo y sorpréndeme, ya que me encantan las sorpresas. Como la sorpresa de que, en pleno verano, empiece a llover. Me quedaría horas escuchando el sonido de la lluvia, y, a la vez, viendo cada pequeño detalle del magnífico mundo que me rodea. Ese mundo que es tan grande y que me hace sentir tan pequeña… que me hace querer gritar muy fuerte lo que siento, pero mi voz es tan débil que jamás nadie podrá escucharla…
Aunque sé que algún día, no sé muy bien cuándo, aparecerá una persona que me recoja como una hoja caída y acercará su oído a mi voz, y, así, podré susurrarle lo afortunada que soy por tenerla a mi lado. Porque, sí, creo en el destino, y sé que todo llega, y que todo ocurre por alguna razón. Y es por eso por lo que no me gustan las quejas… aunque, a veces, no puedo evitar quejarme. Quejarme de lo injusta y caprichosa que es la vida. Porque hace nacer a gente que no acepta los sentimientos de aquellas personas, de mí. Siendo un sentimiento tan bonito y tan dulce como el que yo sentí por ti.
Tú… esa persona que hoy queda ya muy lejos, y que recuerdo que me decía que yo seré Siempre tan especial, que Siempre conseguiré mis sueños…